La necesidad de trabajar se alimenta trabajando y así crece. A medida que uno se obliga a retenerla, se refuerzan las partes involucradas y pasamos a movernos a partir de sus intenciones. El ruido de lo demás disminuye, tiende a desaparecer y con el paso de las horas, de los días y los años, es cada vez más fácil concentrarnos en un canal que se ha hecho profundo y definido, y dejar que nuestra energía se deslice por él hacia el exterior. Entonces, hemos configurado un espacio, también un volumen del cuerpo. Con suerte, ahora el pensamiento se desarrolla a orillas de la materia, y gracias al territorio sólido que se ha formado, crece una estructura consistente con algunas formas de unión del cuerpo.
2008