Espejos

Me encuentro rodeado de espejos que se reflejan uno a otros. Parecen abismos de cristal y son paredes, superficies en las profundidades de las superficies. Merodean los espejos con sus líquidas miradas, reflejan zurdos jarrones que se están rompiendo, aúllan destrozando los vidrios.

Entre las sombras hay un espejo. Espejo en sombras de apagado engaño, oculto con sincera frialdad.

No se puede desgarrar un reflejo, el reflejo no está en el espejo, no está en la cosa reflejada. A veces
araño esas superficies o destruyo las cosas y el reflejo impávido duerme la guerra, calmo en sus horrores. Espejo que vomita reflejos, vísceras ilusorias que alimentan su no nacer.

Se abre la aurora en este espacio cerrado, son luces de artificio las del alba en el espejo.

Espejos fruncidos hacia su centro, retazos, fragmentos del mundo. Espejos que respiran en oscuras luces la envidia del ser.

Mi piel inmune de espejo se deforma y se compone de nuevo en el origen.

Siete espejos rotos son mucha desgracia, pero nunca una tragedia. Y el agua es un espejo que no deja de romperse.


Monólogo de Narciso, de El Perseguidor de Reflejos